jueves, 8 de octubre de 2009

Michelito Ponce




El otro día el chavea Michel Lagravère, conocido en el mundo taurino como Michelito, se hirió accidentalmente con una banderilla al entrar a matar a su becerro. Se quedó clavada la banderilla en su mano y fueron necesarios algunos puntos de sutura. El hecho en sí no tiene ninguna importancia, pero viendo el vídeo , colgado en innumerables medios y que yo vuelvo a colgar por si alguien no lo ha visto aún, me vuelven otra vez los viejos fantasmas y muchísimas dudas. Por mucha afición que tenga el chaval y por muchas cualidades innatas que tenga para el arte de torear, sigue siendo un niño. No me gusta ver los llantos y quejas de Michelito cuando se clava la banderilla, ni tampoco como sus dos subalternos le dan al crío un fraternal beso cuando sale de la enfermería... Me descoloca y me aturde, el toreo es otra cosa, esto no deja de ser un circo montado por un padre frustrado que proyecta sus ilusiones en un niño que es una marioneta en sus manos. Ya sé que ejemplos de niños toreros hay mil, pero lo de Michelito ya clama al cielo, se ha convertido más que en un torero en un show del disparate. Cualquier día la mujer barbuda deja el mundo del circo y se mete a torero. Seguro que llenaría plazas enteras. Los datos de Michelito esta temporada son estremecedores: hasta la fecha, 62 corridas, 89 orejas, 11 rabos y ¡ojo! 4 indultos. Ruego al padre le cambie el nombre artístico por Enriquito, con esos números es el pequeño Ponce.

Dejando bromas aparte, de las cualidades innatas del jovenzuelo no se puede dudar, tiene algo que lo hace diferente, al igual que hay imágenes de un chavea virguero con la pelota, llamado Diego que luego pasó a ser Maradona o de un muchacho afroamericano que bailaba raro que pasó a la historia como Michael Jackson. La solución está en que Michelito siga disfrutando y aprendiendo del toreo, pero como se ha hecho toda la vida, en tentaderos , en capeas, en las escuelas taurinas y de vez en cuando en algún festejo aislado. Pero lo otro, lo del maratón de corridas para llenarle los bolsillos al padre es una locura, un sinsentido que la gente del toro no debería de consentir. Ya puestos en ganar dinero a cualquier costa, que se encierre con seis Juan Pedros en Las Vegas, seguro que sería el súmmum para muchos.


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