jueves, 30 de septiembre de 2010

Tres de la Cruz Roja


Todo a medias. Ruaza


Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Feria de Otoño. Primera de ciclo. Media entrada larga. Novillos de José Luis Pereda - La Dehesilla, y un sobrero -primero bis- de Torres Gallego para Cristian Escribano, Damián Castaño y Victor Barrio.



Llegó la Feria de Otoño, y con el cambio de estación, no han sido las hojas de los árboles lo único que ha empezado a caerse. Manzanares se borra es baja, y por lo tanto, no empacará ni quintaesenciará en Las Ventas este año. Los animales de Pereda, que tiran más al burdégano que al toro, también están por los suelos. La casta no la conocen, ni se la han presentado. Pierden las manos, blandean, algunos parecen inválidos, no pueden ni con su alma -si es que la tienen-. Sin embargo, no es la falta de fuerza -que tampoco les sobra- lo que se va a llevar por delante a esta ganadería, es la falta de casta, la carencia de esa chispa llamada bravura que incendia media tonelada de ingeniería bruta, la tacañería en el bloc de notas en los tentaderos, el arrodillamiento y la humillación del ganadero ante el verduguillo de las figuras. Una suma de restas que han acabado por dar como resultado la mansedumbre y boyanconería de la que han hecho gala los dehesillos esta tarde. Salió un sobrero de Torres Gallego que no le fue a la zaga en descaste y sosería. Por destacar algo, el sexto, por la belleza de su lámina hizo sostener un ligero esbozo de alegría en la cara del aficionado. Lamentablemente, su horrenda feura por dentro hizo que se fuera despedido con música de viento.


 Con semejante percal no hemos visto nada de toreo en toda la tarde: ni del bueno, ni del malo; ni del clásico, ni del moderno. La labor de los novilleros, hoy aprendices de lo que serán cuando se doctoren: enfermeros, cuidadores de toros bravos, miembros de Cáritas para el Toro; o donantes de sangre para cuvillos. Tan jovencitos, tan verderones, en la flor de la vida, que se decía antes, y ya aliviando las suertes, mimando a la bestia, ahorrando capotazos, calculando algebraicamente, ayudándose hasta del número pí, si es necesario, la altura que debe de llevar la muleta para que el inválido no se caiga; pidiendo el cambio en el tercio de varas antes de que una gota de sangre brote paletilla abajo. Entrando a matar sin formas, ética ni respeto. La suerte suprema es un trance que requiere su preparación, su concentración y su liturgia. El toro no es un animalito de peluche -aunque alguno lo parezca- al que hay que matarlo haciendo vudú a fuerza de pinchar con alfileres. Tampoco debe tomarse a la ligera, restándole importancia, no se debe entrar como el funcionario del Registro Civil que se pasa las horas dandole viajes al matasellos. No se puede consentir que los jóvenes que vienen por detrás hagan del toreo algo trivial.


De los tres, Escribano el más vulgar, hizo huelga a la japonesa toreando con el derechazo; Castaño, queriendo, pero aturullado, algo que no se le puede echar en cara a un novillero; y a Barrio sólo le hemos podido intuir las buenas maneras que le cantan.  


Mañana más (de lo mismo). Y nosotros pagando (lo mismo).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Antonio, no puedo opinar sobre lo sucedido hoy porque no pude asistir a la plaza. Parece que el ganado no ha estado a la altura y esto, tirando de estadística, es algo que viene siendo muy frecuente en las comparecencias otoñales. Y no digo más porque, con esta empresa, soy muy mal pensado. Espero equivocarme en cuanto al juego del ganado, sí recuerdo un buen encierro de Cuvillo en Otoño años atrás, pero ya digo que es más la excepción que la regla.

Saludos, J.Carlos.

Antonio Díaz dijo...

Hola, J. Carlos, ¡cuanto tiempo! Por fuera no se le puede poner ningun pero a la novillada, estaba bien presentada. Por dentro, estaba podrida, pero vamos, una más, ni peor ni mejor, de las que ha echado este año José Luis Pereda por todos sitios. Es una ganadería que se cae, y que no se sabe qué méritos tiene para venir en Otoño.


Yo tampoco confio de esta Feria, ni de los toros, ni de los toreros -por mucho que me gusten algunos-. Tienen poco que ganar en estas fechas, y les cuesta más que nunca tirar la moneda.

El único interés era el de la corrida torista y se la han cargado. Si acaso, me gustaría ver la tarde de los gracilianos y Luis Vilches.


Saludos